Grandiosa palabra, inmensa virtud y una guía clave para vivir, así es LA HUMILDAD.
Hoy me atrevo a escribir sobre esta actitud del corazón que permite sabernos menos, que nos ayuda a reconocer nuestras miserias y saber que no tenemos siempre la razón; es la que nos permite renunciar a nuestro propio criterio para aceptar otro, diferentes posturas o juicios que están por encima de lo que pensamos y creemos.
Somos humildes cuando reconocemos que sobre nosotros está la grandeza de Dios, que todo lo ha creado para nuestro bien y saber descubrir el camino que nos hará llegar hasta Él. Que somos instrumentos para construir este mundo de mejor forma y que en nuestro transitar diario, cada vez que caigamos, nos equivoquemos o estemos en algún error tengamos la capacidad de rectificar y empezar a andar de nuevo. Así estaremos practicando la virtud de la humildad.
Les dejo unas sabias reflexiones de San Josemaría Escrivá de Balaguer respecto a este tema. Y lo cito así (tomado de su libro "Surco" pág. 109 #263):
"Déjame que te recuerde, entre otras, algunas señales evidentes de falta de humildad:
- pensar que lo que haces o dices está mejor hecho o dicho que lo de los demás;
- querer salirte siempre con la tuya;
- disputar sin razón o - cuando la tienes- insistir con tozudez y de mala manera;
- dar tu parecer sin que te lo pidan, ni lo exija la caridad;
- despreciar el punto de vista de los demás;
- no mirar todos tus dones y cualidades como prestados;
no reconocer que res indigno de toda honra y estima, incluso de la tierra que pisas y de las cosas que posees;
- citarte a ti mismo como ejemplo en las conversaciones;
- hablar mal de ti mismo, para que formen un buen juicio de ti o te contradigan;
- excusarte cuando se re reprende;
- encubrir al Director algunas faltas humillantes, para que no pierda el concepto que de ti tiene;
- oír con complacencia que te alaben, o alegrarte de que hayan hablado bien de ti;
- dolerte de que otros sean más estimados que tú;
- negarte a desempeñar oficios inferiores;
- buscar o desear singularizarte;
- insinuar en la conversación palabras de alabanza propia o que dan a entender tu honradez, tu ingenio o destreza, tu prestigio profesional...;
- avergonzarte porque careces de ciertos bienes..."
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