La semana pasada tuve la oportunidad de participar en un curso intensivo y enriquecedor de formación humana y espiritual (dirigido por la Prelatura Personal del Opus Dei). Entre las diversas charlas, clases, tertulias, lecturas y películas que presencié y disfruté quiero compartir con uds, mis lectores de siempre, algunas frases que me quedaron grabadas en el corazón y la cabeza. Frases que a continuación desarrollaré de forma muy personal.
1. "La única anormalidad en el ser humano es su falta de amar". Definitivamente no hay discapacidades, problemas de salud o irregularidades que pueda tener alguna persona más difícil o fuerte que el olvidarse de querer al otro, dejar a un lado el pensar o preocuparse por el que tengo al lado, esa capacidad de salir de su propio "yo" y poder darse al prójimo. Es ahí donde recaen los verdaderos problemas de hoy.
En una sociedad que nos insiste en pensar en mí primero, en mis intereses, mis deseos y sueños más que en las necesidades del otro, lo que invita es a un egoísmo inmenso, una falta de generosidad y caridad real, que es lo que hace que nos enfermemos del espíritu seriamente.
La invitación es pensar primero en los demás y después en mí. Cuesta, es difícil lo sé, pero trae consigo un bienestar y paz mayor... como nos recuerda Jesucristo "para ser servido, sirve primero". Dios nos invita a amar y servir a los demás. Demos un poco más de nosotros, de nuestro tiempo, de nuestras capacidades, ofrezcamos nuestra ayuda al que tengo al lado.
2. "Toda persona tiene defectos de fábrica". Un golpe para nuestra soberbia. Realmente no somos perfectos... pero si perfectibles o con capacidad a mejorar. Hay que estar conscientes de nuestras limitaciones (físicas, emocionales, intelectuales...) porque así podremos descubrir un camino más sencillo de recorrer. Cuando pongo en práctica la humildad y sencillez, cuando reconozco mis errores o límites, doy un paso al crecimiento personal, pues me centro en mejorar o corregir. El orgullo muchas veces no ayuda sino que hunde, por eso es necesario hacer con frecuencia exámenes personales y evaluarnos en nuestras actitudes, desempeño, trato con los demás... de esas reflexiones sacaremos puntos de lucha.
3. "La lengua no es un hueso, pero tiene tanta fuerza que puede romper un corazón". Y eso es totalmente cierto, no exagerado. La prudencia tiene que ser nuestra guía, ese saber callar, acertar en los comentarios o evitarlos si no tenemos nada bueno que decir. Es muy fácil criticar, opinar sobre cualquier asunto, la idea es que lo que expresemos no sea hiriente, ni mucho palabras cargadas de rabia, impotencia o indiferencia. Al contrario debemos ser amables en el hablar, en el trato que ofrezco a los otros.
4. "Dios no es un cajero automático". Tenemos que tener presente que Papá Dios es todopoderoso, y con esa cualidad sabe que es lo que nos conviene y en qué momento preciso. Nos ofrecerá su ayuda o permitirá encontrar soluciones a nuestros problemas cuando ÉL lo vea conveniente. La invitación que nos hace es abandonarnos en ÉL, a sentirnos amados por ÉL. Esto muchas veces cuesta entenderlo y aceptarlo, pero si frecuentamos un poco más el trato con el Señor y le pedimos al Espíritu Santo que nos ilumine podremos ser más acertados, serenos y vivir como verdaderos Hijos de Dios, un hijo confía siempre en su padre, le cree y lo acepta tal cual es, vamos a poner de nuestra parte y dejemos nuestras preocupaciones, angustias, alegrías y sorpresas en sus manos...
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